Arquitectura frente a los retos socioambientales de las áreas perimetropolitanas
Resumen
Según un estudio reciente, la superficie de uso del suelo urbano podría multiplicarse por 6 de aquí a 2100 (Liu et al., 2020). Nuestra responsabilidad como arquitectos y urbanistas ante este reto es desarrollar una visión del territorio que cuestione los límites de la metrópolis.
El proyecto de investigación titulado Rurapolis pretende repensar el espacio suburbano a partir de las ruinas rurales existentes en un territorio transfronterizo situado entre los Pirineos Atlánticos en Francia y Navarra y Aragón en España. La evolución climática de la región sería drástica de aquí a 2050 (LIFE NAdapta, 2021), lo que haría viable el escenario de una rurápolis compuesta por una treintena de pueblos abandonados. La reactivación de este archipiélago de pueblos se basa en una metodología precisa y multiescalar, que cuestiona los proyectos que invocan la noción de ruralidad contemporánea, con el fin de desarrollar una propuesta territorial que podría convertirse en un modelo a escala europea.
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La Rurápolis como formación territorial toma en consideración la definición original de metrópolis, conservando únicamente su corónimo "polis", entendida aquí como una estructura social y humana arraigada en un territorio y libre de cualquier determinismo geográfico que no sea su estructura original. En el libro titulado Les Métropoles Barbares [Las Metropolises Bárbaras], Guillaume Faburel define la metrópolis europea moderna como una forma invasora, asociada al “nacimiento de los imperios coloniales europeos y a la explotación de los territorios conquistados”[1]. En su ensayo La España Vacía, Sergio del Molino describe el mito de un territorio desconocido e indómito para la mayoría de los españoles, el 80% de cuya población vive en las grandes ciudades. Para este “país de conquistadores y saqueadores como ha sido España”[2], el desierto demográfico, acentuado por el éxodo rural, que representa más de la mitad del territorio español, es fuente tanto de desesperación como de fantasías de (re)conquista.
Entre 1985 y 2015, casi 10.000 km2 del territorio del planeta se convirtieron en espacio urbano cada año. La superficie urbanizada ha aumentado un 80% con respecto al estado de las ciudades antes de 1985. Este ritmo de urbanización sin precedentes es cuatro veces superior al estimado anteriormente y podría multiplicarse por seis de aquí a 2100[3].
¿Cómo remediar este modelo de desarrollo urbano invasivo? ¿Qué modelo proponer ante la crisis medioambiental y sociológica planteada por el último informe del IPCC? El objetivo aquí es estudiar un posible proceso de inversión de la dialéctica urbano-rural: ¿cómo repensar el futuro de las ciudades europeas desde el mundo rural e imaginar lugares comunes frente a los desafíos medioambientales y sociopolíticos?
La Rurápolis se sitúa en una zona transfronteriza entre los Pirineos Atlánticos en Francia y las regiones de Navarra y Aragón en España, partiendo del contexto suburbano de Pamplona, capital de Navarra. Esta pequeña metrópoli (algo más de 360.000 habitantes en unos 500 km2)[4] se ha desarrollado, como muchas ciudades europeas, en círculos concéntricos alrededor de sus antiguas murallas. A partir de 1920, década tras década, fueron surgiendo barrios suburbanos que colonizaban tierras antes agrícolas, cubriendo o englobando pueblos moribundos que habían sufrido el éxodo rural unos años antes. Como la nueva ciudad de Sarriguren, donde entre 2002 y 2008 se construyeron unas 5.000 viviendas sobre las ruinas del antiguo pueblo del mismo nombre, del que hoy sólo quedan la iglesia y tres edificios adyacentes, conservados como un discreto símbolo en el corazón del horizonte ultramoderno de esta “ecociudad”[5] de hormigón. Sus antiguos habitantes lo habían abandonado en los años sesenta para buscar un futuro mejor en la ciudad y hoy ésta ha alcanzado al pueblo. A sólo 9 km al este de Sarriguren se encuentra Egulbati, otro caserío también abandonado en 1961, a 1,5 km de Egulbati está el pueblo despoblado de Eransus, un poco más allá está Laboa, y así hasta Aragón y la frontera francesa, a lo largo de los Pirineos. Pamplona y su área urbana, en constante crecimiento, concentran el 51% de la población total de Navarra. Sin embargo, el resto de la región refleja este crecimiento urbano endémico, con un total de 109 pueblos despoblados[6]. La formación en estudio, denominada Rurápolis, estudia la posibilidad de reactivar 31 de estos núcleos rurales, formando una ciudad en red, con una extensión de unos 700km2.
Es precisamente esta parte de la región al este de Pamplona, situada al borde de los Pirineos, la que adquiere interés cuando entra en juego otro parámetro: su evolución climática, modelizada en un estudio realizado por el programa Life de la Unión Europea en 2020, que analiza la evolución climática de Navarra desde 1961 hasta 2080. El mapa de previsiones muestra una metamorfosis de las condiciones bioclimáticas en la zona pirenaica de aquí a 2050, pasando de una biosfera de alta montaña a unas condiciones equivalentes a una zona de media montaña. En 2080, la biosfera actual que caracteriza el área pirenaica habrá prácticamente desaparecido y será sustituida por una enorme colina, con condiciones similares a las actuales de la cuenca de Pamplona. Ante esta situación bioclimática, el archipiélago de Rurápolis vuelve a ser una zona de interés para el establecimiento de una densidad demográfica respetuosa con el territorio, sus necesidades y su evolución.
Los pueblos abandonados no deberían sufrir el destino de Sarriguren, es decir, casi enterrados y sobredensificados según un método de construcción mineral y energéticamente muy consumidor. Teniendo en cuenta las construcciones, los suelos, las infraestructuras y los métodos de cultivo existentes, resulta posible imaginar un proyecto alternativo de reactivación en red. De hecho, en la zona de estudio se produjo un contrafenómeno específico de reactivación de los pueblos a partir de los años ochenta[7], que concuerda con lo que se podría calificar de “neorruralismo”, término que apareció más o menos en la misma época[8], y que ahora está siendo cuestionado por una gran parte de la sociedad (con las angustias que despierta el cambio climático, y además desde el inicio de la pandemia), donde se ha renovado el interés por volver al campo.
Dos reactivaciones, que sin embargo no implican una reflexión a nivel territorial (centrándose únicamente en la rehabilitación de uno de estos pueblos o caseríos), son ejemplares en el territorio estudiado.
En primer lugar, el trabajo realizado por el estudio Orekari en el pueblo de Zoroquiain en colaboración con la comunidad. Abandonado desde los años 60, situado a 20 km de Pamplona, se encontraba en una situación de colapso casi total cuando fue comprado en 2015 por nueve familias que decidieron empezar por transformar la iglesia profanada en un centro comunitario. Las autoridades públicas restablecen la conexión de agua, la electricidad y la recogida de basuras. Desde 2017, Orekari se encarga de supervisar la rehabilitación de cuatro de las once casas que conforman el corazón del pueblo, siguiendo un modelo de desarrollo rural sostenible basado en la arquitectura bioclimática y la autonomía energética. Este modo de rehabilitación incluye la autoconstrucción colectiva en “auzolan[9]” y la bioconstrucción, con especial uso mayoritario de paja (local) y madera, que se refuerza con la reutilización de materiales (piedras de las ruinas). “Zoroquiain abre así el camino a un nuevo paradigma, donde la vivienda bioclimática, la autoconstrucción y la ruralidad pueden volver a combinarse con la modernidad y sin salirse del marco legal, ayudando a recuperar espacios abandonados y contribuyendo así a la puesta en valor de pequeños núcleos de población rural.[10]”
Otro ejemplo de reactivación en la zona estudiada es el proyecto para el pueblo abandonado de Ruesta[11], en Aragón, del arquitecto Sergio Sebastián. En rigor, no se trata de una rehabilitación habitable (aunque hay un albergue juvenil abierto todo el año), sino de un proyecto de revalorización simbólica, destinado a frenar el lento pero inexorable avance del proceso de ruina. Atravesado por un ramal del Camino de Santiago, la primera justificación de este proyecto con finalidad patrimonial y turística es su consolidación y seguridad. El proyecto realizado en 2017 es el resultado de un minucioso análisis de cada edificio. Eficaz y económico, consiste en "completar" los muros derrumbados con un sistema de postes y vigas de hormigón bruto: un enfoque radical y minimalista. El hormigón vertido protege los muros de piedra del derrumbe progresivo y de los movimientos laterales, dibujando “como un monumento conmemorativo, una línea blanca que define, desde el aire, el patrón del antiguo pueblo de Ruesta”[12]. Esta consolidación estructural representa, según el arquitecto, “una alternativa realista al fenómeno de abandono que afecta a la España vacía”.[13]
El despoblamiento rural y el abandono de pueblos enteros se han venido produciendo en las últimas décadas como consecuencia de un éxodo rural que ha trastornado gran parte de Europa. En un momento en que el replanteamiento del espacio periurbano y rural es necesario a la vista de los presagios de nuestra era posantropocénica, está claro que la (re)toma en mano de estos territorios olvidados es factible e incluso deseable. Los dos ejemplos mencionados son proyectos de reactivación puntuales, centrados en la revalorización de una única entidad. La dimensión territorial del problema implica el desarrollo de una visión global de la reactivación de las ruinas rurales, que, por otra parte, no sólo afecta a los edificios abandonados de los pueblos, sino también a los terrenos, caminos, carreteras y vías férreas abandonados. España cuenta actualmente con 4.500 km de vías férreas en desuso (frente a los 13.600 km de Francia). Desde 1994, algo más de 3.200 km de vías que antes también estaban abandonadas se han convertido en vías ciclables[14]. En la zona de estudio, existen dos líneas ferroviarias desmanteladas que podrían recuperarse en el marco de un proyecto como Rurápolis: las antiguas líneas que unían Pamplona con Aoiz y Sangüesa; parte del tramo abandonado desde Sangüesa (50km) se convirtió en un camino natural para la movilidad no motorizada en el 2022.
Tras este diagnóstico del contexto, es preciso invocar un corpus teórico y conceptual más amplio para llevar a cabo el escenario de Rurápolis como proyecto de reactivación multiescalar. Este corpus recurre a cuatro perspectivas proyectuales, que en su mayoría operan fuera del terreno (es decir, desarrolladas en un territorio ficticio, aunque arraigadas en un análisis contextual preciso).
Countryside, A Report es el ensayo que acompaña a la exposición coral Countryside, The Future, en el Museo Guggenheim de Nueva York en 2020. En este ensayo, Rem Koolhaas y su equipo del AMO presentan una visión global del campo y sus mutaciones, con un análisis histórico y transversal desde la Antigüedad hasta el falansterio de Fourrier, un proyecto utópico que daría lugar a microciudades autosuficientes desplegadas en el campo. Por último, se despliega una visión optimista del futuro del campo, centrada, por un lado, en un paisaje preservado y, por otro, en la automatización de la producción alimentaria, desde el uso de drones en la agricultura hasta los invernaderos de alta tecnología.
Es posible que la reflexión embrionaria sobre las capacidades de hibridación del territorio se encuentre en el proyecto titulado Berlin, A Green Archipelago[15]. En este proyecto, que toma como modelo de experimentación una ciudad histórica y distópica (el Berlín Oeste de 1977), rodeada por un muro y demográficamente exangüe, las partes que aún son efectivas “se situarían como islas en el área de la ciudad, por lo demás libre, y formarían un archipiélago de arquitecturas en una laguna verde y natural”[16]. Los arquitectos Oswald Mathias Ungers y Rem Koolhaas “imaginan tipologías paisajísticas como parques, bosques densos y zonas agrícolas, así como otros espacios como granjas urbanas, reservas ecológicas (...)” [17].
En línea con las reflexiones teóricas de Rem Koolhaas, con quien también ha dialogado recientemente,[18] el filósofo Sébastien Marot propone una visión futurista esbozada en cuatro escenarios. Agriculture and Architecture : Taking the country’s side [Tomar partido por el campo], presentada en la Trienal de Lisboa en 2019, cuyo manifiesto se recoge en forma de libro publicado en 2022, analiza las consecuencias de la industrialización de la agricultura para el territorio. Cuestiona el futuro de nuestras metrópolis en relación con nuestra vulnerabilidad ante la crisis ecológica y sanitaria, con la cuestión de la autonomía alimentaria en primer plano. El último escenario, titulado Secesión, es el más radical: Sébastien Marot utiliza la metáfora cósmica para subrayar el hecho de que “se libera” de la “órbita de las metrópolis existentes”. Si bien este escenario es “improbable a primera vista, es también el único que da toda la medida de la profunda reorganización que exige la situación medioambiental sin salida en la que nos encontramos”[19].
Los dos ejemplos mencionados, aunque apuntan a un nuevo enfoque – el medio rural – y proponen una visión global, histórica y visionaria del problema, no están anclados en ningún contexto particular, ni proponen ninguna solución concreta. Por ello es interesante detenerse, tras estas dos reflexiones prospectivas, en dos convocatorias de proyectos situadas en territorios transfronterizos europeos, con el fin de aportar una visión comparativa que alimente el proyecto de Rurápolis.
En 2018, la Fundación Braillard Arquitectos, basada en Ginebra, Suiza, lanzó una consulta de investigación prospectiva para el ámbito del Gran Ginebra (Grand Genève). Entre los siete equipos invitados, el consorcio dirigido por la urbanista Paola Viganò desarrolla una visión basada en los fundamentos: “Del suelo y del trabajo: la transición, un nuevo proyecto biopolítico”. El análisis de este territorio transfronterizo franco-suizo se basa en el estudio de los factores de degradación actual del suelo y sus consecuencias, así como en los datos de previsión, calculados para el año 2050, del aumento de la temperatura. Aquí, como en la cuenca de Pamplona, las zonas en las que el calor será mayor son exactamente aquellas en las que se encuentra actualmente la ciudad y, por tanto, la mayor densidad de población.
Varias “rutas” muestran el “proyecto espacial y político de descentralización, equilibrio territorial y relaciones horizontales” que va “más allá del centro y las periferias”. Por ejemplo, el primer prototipo imagina un “desarrollo agropolitano” que se establece en el Pays de Gex, del lado francés, proponiendo un enlace fronterizo: “La reapertura de la línea ferroviaria transforma St-Genis-Pouilly en un nodo importante (...) un lugar de encuentro de dinámicas agropolitanas”[20]. La propuesta general consiste en articular el “territorio post-carbono” en torno, por un lado, a “estructuras fuertes” que estarían compuestas, entre otras cosas, por 75 km de nuevas vías férreas – también en este caso, esta red se reconstituiría a partir de la red hoy desaparecida, reconstruida según un mapa de 1925. Por otro lado, las “estructuras débiles”, que comprenden el 55% de las zonas forestales y arboladas, el 9% de los humedales y llanuras aluviales, el 11% de las zonas urbanas y el 25% de las zonas agrícolas cultivadas. Viganò también insiste en establecer una “habitabilidad difusa”[21] y un asentamiento a largo plazo, basado en un histograma constituido a partir de los pueblos originarios de la cuenca del Gran Ginebra. Esta “metrópolis de pueblos” es un modelo de planificación que retoma una realidad histórica, en contra de la planificación centralista actual.
La consulta urbano-arquitectónica y paisajística Luxemburg in Transition se inicia en 2020 con el fin de recoger propuestas estratégicas para la transición ecológica de la región funcional transfronteriza luxemburguesa. La agencia TVK propone una “infraestructura de territorios de subsistencia”, con un método basado en los procesos de producción de los sectores alimentario y de la construcción, para dar consistencia a un territorio (progresivamente mordisqueado, artificializado y urbanizado). El análisis permite “imaginar una transición hacia un modo de subsistencia más razonado, que [ponga] en pie de igualdad la visión metropolitana del territorio centrada en sus polaridades urbanas, y la visión rural centrada en los paisajes de recursos”[22].
En la primera temporada del proyecto (2022-2025), las explotaciones de agricultura intensiva se convierten gradualmente a la agricultura ecológica, con una cooperación entre explotaciones que permite una intervención en el paisaje, y una redistribución de los pastos en zonas de hasta 9ha. Una reforestación progresiva constituiría un cinturón alrededor de estas tierras agrícolas, tejiendo un ecosistema a escala del cantón. Una red de caminos rurales permitiría la circulación entre estas zonas.
En la cuarta estación (2038-2048), el reequilibrio del suelo antes mencionado implicaría un replanteamiento del principio de propiedad: en este escenario, los huertos privados serían compartidos. Aunque la dimensión utópica del proyecto presentado es innegable y su viabilidad puede ser cuestionada, sobre todo a nivel económico y social, los autores subrayan que “vivir de otra manera en el territorio de la Región Funcional de Luxemburgo en 2050 es ante todo un proyecto de sociedad”[23].
Aunque las referencias mencionadas se refieren a contextos transregionales situados en el corazón de Europa y sobredensificados (Gran Ginebra y Luxemburgo), muy diferentes del territorio objeto de estudio, situado al borde de los Pirineos (en una zona históricamente muy rural y despoblada), encontramos sin embargo una problemática similar en ambos casos: se trata de repensar, desde el punto de vista del potencial periurbano y rural, la expansión urbana de una entidad que se diluye progresivamente en el territorio. En el contexto que nos interesa, en el que este núcleo urbano está rodeado por una zona escasamente poblada, no existe todavía una alternativa formulada a la transición ecológica. Todavía está por esbozar, en términos de urbanismo, arquitectura y paisajismo. El proyecto de Rurápolis se basa en la aplicación de una metodología concreta de reactivación de ruinas rurales que podría convertirse en un modelo a escala europea. Interviene a nivel arquitectónico, con el uso de materiales de origen biológico, incluyendo un catálogo de plataformas y "parcelas" de hormigón de tierra cruda (sistema de activación que incluye cableado y conexiones fluidas para los edificios rehabilitados), el diseño de entramados de madera local y la aplicación de un protocolo de reutilización. Estos elementos genéricos de intervención se injertan en las ruinas, completando y densificando los pueblos abandonados, así reactivados. A escala territorial, la reactivación de la tierra se consigue mediante la redistribución y reconversión en sistemas de cultivo autorregeneradores, y la reactivación de la red de carreteras y vías férreas permite movilidades alternativas.
Así pues, este recurso metodológico puede constituir un atlas de tipologías aplicable a otros contextos. Incluye el desarrollo territorial y la expansión periurbana en un continuum narrativo que, sin volver a poner en el orden del día prácticas rurales obsoletas, preserva usos y suelos al tiempo que hace viable y atractiva la necesidad de repensar nuestro sistema, mediante la reactivación de un patrimonio anclado en nuestro imaginario colectivo. Este planteamiento tiene sentido hoy porque las previsiones climáticas y biosféricas devuelven a estos territorios olvidados su función de habitabilidad, convirtiéndolos en espacios posturbanos donde alimentarnos, vivir y respirar.
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[1] Faburel Guillaume: Les métropoles barbares - Démondialiser la ville, désurbaniser la terre [Las metrópolis bárbaras - Desglobalizar la ciudad, desurbanizar la tierra], Ed. Le Passager Clandestin 2020, p. 13
[2] Del Molina Sergio: La España vacía, Ed. Turner 2016, p.31
[3] Liu Xiaoping et al: High-spatiotemporal-resolution mapping of global urban change from 1985 to 2015, Nature Sustainability 3, 2020, pp. 564-570
[4] Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), 2019.
[5] La ecociudad de Sarriguren fue galardonada en 2008 con el Premio Europeo de Urbanismo en la categoría de Medio Ambiente/Desarrollo Sostenible por su densidad moderada, sus numerosos espacios verdes y el aspecto bioclimático de los edificios (aislamiento superior a la media nacional, paneles solares y recuperación parcial del agua). Sin embargo, esta ciudad nueva es un ejemplo típico de suburbio dormitorio, con edificios de hormigón de dos a cinco plantas, falta de quiebrasoles y zonas de sombra, una gran zona comercial asfaltada y casi desierta, así como una gran cantidad de tráfico motorizado y zonas verdes extensas y artificiales, que requieren mucho mantenimiento y no son muy adecuadas para el desarrollo de la biodiversidad.
[6] Maljean González Pablo, Pons Izquierdo Juan José: Despoblación y Despoblamiento en Navarra, Universidad de Navarra (UNAV) 2021 - Estudio cartográfico y análisis interactivo de datos visible en: https://storymaps.arcgis.com/stories/192370bc54a447c58f59e3818dd69210 recopilación de datos censales en Navarra de 1981 a 2020.
[7] Floristán Samanes Alfredo: Los nuevos despoblados de Navarra, Ed. Príncipe de Viana, Anejo 2-3, Homenaje a José María Lacarra, 1986 pp. 145-163
[8] Chevalier Michel: Les phénomènes néo-ruraux [Los fenómenos neorurales], en L'Espace Géographique 1981.
[9] Término en euskera para designar la realización participativa de tareas en interés de la comunidad [10] Cabodevilla Antoñana Ioar: Orekari Estudio: Auzolan - Construir en comunidad, Ponencia en el marco de la mesa redonda Rurapolis, École Nationale Supérieure d'Architecture de Versailles, 17.05.2022 - replay disponible en Youtube: https://youtu.be/MYutfCN3XEk
[11] Los habitantes de Ruesta y de otros dos pueblos, Escó y Tiermas, fueron expropiados en 1959 para construir la presa de Yesa, hoy conocida como el "Mar de los Pirineos". Las ruinas de estos tres pueblos dominan hoy la presa.
[12] Sebastián Sergio: Rehabilitación de Ruesta, Plan de Actuación, Blog de la agencia Sergio Sebastián Arquitectos, 19.02.2018 https://www.sergiosebastian.es/blog/2018/2/18/plan-de-actuacin-para-la-rehabilitacin-de-ruesta
[13] Sebastián Sergio: Ruesta, 2019 https://www.sergiosebastian.es/ruesta Traducido del inglés. El autor se refiere aquí a ese inmenso espacio despoblado que abarca gran parte de la Península Ibérica, título del citado ensayo de Sergio del Molino (donde, por cierto, se incluye en las primeras páginas de la obra una visita al pueblo abandonado de Ruesta, elevándolo así a la categoría de emblema de este fenómeno). [14] Gracias a los programas gubernamentales de "vías verdes" (Programa de Vías Verdes, 1994), y "caminos naturales" (Programa de Caminos Naturales, 2021). [15] Que desarrolló bajo los auspicios de Oswald Mathias Ungers con Peter Riemann, Hans Kollhoff y Arthur Ovaska en la Universidad de Cornell.
[16] Koolhaas Rem: Berlin – A Green Archipelago, primera versión del manifiesto de Oswald Mathias Ungers y Rem Koolhaas con Peter Riemann, Hans Kollhoff y Arthur Ovaska: The City within the City, Berlin – A Green Archipelago 1977, en: Florian Hertwerk, Sébastien Marot (Edit.): La ville dans la ville, Berlin - un archipel de verdure, édition commentée [La ciudad dentro de la ciudad, Berlín - un archipiélago verde], edición anotada, Lars Müller Publishers Zürich y UAA Ungers Archive for Architectural Research 2013, p.12
[17] Brandlhuber Arno, Hertwerck Florian: Das Verhältnis der Stadt zur Natur [La relación de la ciudad con la naturaleza], en The Dialogic City - Berlin wird Berlin [La ciudad dialógica – Berlín se convierte en Berlín], Ed. Walther König, Colonia 2015, p. 94. Traducido del alemán
[18] Taking the Country's side: Rem Koolhaas and Sébastien Marot in conversation, Lecture at the Faculty of Architecture La Cambre Horta, 20.11.2022 - replay disponible en Youtube: https://youtu.be/eLxd94JdMuM
[19] Marot Sébastien: Taking the Country's side, Exposición en el marco de la Trienal de Lisboa, 2019. Traducido del inglés
[20] Viganò Paola: Del suelo y del trabajo: la transición, un nuevo proyecto biopolítico, Conferencia en la Fundación Braillard Arquitectos, 13.10.2020 - replay disponible en Youtube: https://youtu.be/oeRdVToU5kY
[21] Viganò Paola, Hertwerck Florian,: Le sol comme projet commun [El suelo como proyecto común], Conferencia en la Fundación Braillard Arquitectos, 04.02.2021 - replay disponible en Youtube: https://youtu.be/eTGOK-zyeRY
[22] TVK: Luxembourg in Transition – Infrastructuras de los territorios de subsistencia, Segundo preinforme de la consulta internacional urbano-arquitectónica y paisajística: Visión territorial para el futuro descarbonizado y resiliente de la región funcional de Luxemburgo - Horizonte 2050, Mayo de 2021, p. 66
[23] Ibid, p.71
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